viernes, 26 de junio de 2009

Origen y sentido del tercer tiempo

Hace más de un siglo, durante un partido de fútbol en un school inglés, J. W. Ellis, tomó la pelota entre sus manos y corrió con ella. La reacción del otro equipo, y el apoyo de sus compañeros, dio origen al juego de rugby. Por Cesar Silveyra (h)
Al menos ésta es la historia escrita por la corona británica, aunque lo más probable es que verdaderamente este hecho haya ocurrido en alguna tribu maorí en tierras neocelandesas.
Dicen que el tercer tiempo nació en Irlanda, cuando Fergus W. Flannagan, capitán de Mullighan School, después del durísimo quinto partido con el Farm Collage del mismo pueblo, invitó a Dermot O´Flagherty y su equipo a festejar con una copa la amistad y lealtad por el juego que estaba en sus comienzos, que crecía y necesitaba de la participación de todos.
Si bien es sólo una hipótesis, en el fondo, el origen tiene que haber sido compartir una copa entre amigos, después de haber luchado lealmente en el campo de juego.
El tercer tiempo interesa entonces, a gente que comparte y participa de este juego, y lo vive como un medio para ser mejor persona, gente que le interesa el otro. Así de simple.
Si nuestros terceros tiempos se parecen a los descriptos, vamos bien.
Si notamos que se asemejan a un laboratorio de marketing ABC1, a un boliche ensordecedor, a una formalidad fría y competitiva, no tiene sentido.
Es decir, el tercer tiempo es un lugar de encuentro, de gente de rugby. Un medio para relacionarse y divertirse, que al igual que el juego, se enseña, se aprende y se educa desde infantiles, y se sostiene desde el plantel superior y la dirigencia.